Ya está aquí el verano. Con el buen tiempo y el calor, se eternizan las charlas y las raciones en las terrazas, empiezan esos baños interminables en la piscina, se multiplican las escapadas a la playa (o a la montaña)… Al fin y al cabo, las vacaciones están para descansar. El 85% de los españoles viajará durante estos meses estivales, con un presupuesto medio por persona que alcanza los 625 euros, según revela un reciente informe del Observatorio Nacional del Turismo Emisor (ObservaTUR). Con los colegios cerrados hasta septiembre, la rutina desaparece en estas fechas y la vida fluye a un ritmo más tranquilo y relajado. Se alargan los días y el ocio al aire libre, los horarios se flexibilizan y se modifican hábitos, que afectan a las horas de sueño, a la actividad física y, por supuesto, a la alimentación.
No es casualidad que, al final del verano, la báscula marque algún kilo por encima de lo habitual. Algo que tiene lógica, por otra parte, porque se come más fuera de casa, se picotea entre horas y, no nos engañemos, mucha de esa comida es poco saludable: snacks salados, fritos, refrescos azucarados, bebidas con alcohol… Desde la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), advierten que estas alteraciones alimentarias afectan a toda la población, aunque son los niños en edad escolar los más vulnerables, sobre todo aquellos que padecen sobrepeso. Según el último estudio ALADINO de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), un 23,3% de los escolares entre seis y nueve años padece sobrepeso; y un 17,3 %, obesidad.
Tampoco es cuestión de amargarse las vacaciones ni de privarse de algún capricho, pero sí resulta conveniente tener en mente algunos consejos para no descuidar la forma. Algunos de ellos: mantenerse activo fuera de las horas centrales del día para huir del calor, eludir las comidas y cenas pesadas, vigilar las calorías y prescindir de las bebidas azucaradas o comer más frutas y verduras frescas y beber líquidos (mejor agua, infusiones frías o zumos naturales) para evitar una posible deshidratación.
Porque más allá del gazpacho y el salmorejo, existen multitud de recetas de sopas veraniegas a base de ingredientes saludables, frescos y cargados de los nutrientes necesarios para frenar el efecto oxidante del sol. Las frutas y las verduras de temporada son la base de estas sopas veraniegas, ideales como primer plato en la comida o en la cena. Sus posibilidades son enormes: pueden incluir marisco y gambas, hortalizas (tomate, pimiento rojo, pepino, apio, remolacha…), ingredientes salados (como los taquitos de jamón, los trozos de salmón ahumado en la sopa de hinojo o cuadraditos de queso fresco en la sopa de tomate) e incluso legumbres, tantas veces olvidadas en las dietas veraniegas. Estas sopas también pueden servirse como postre o en el desayuno, con frutas y hortalizas como la sandía, el melón, las cerezas, el kiwi, la naranja o las zanahorias, mezcladas con yogur, por ejemplo.
Se estima que un 23,3% de los escolares entre seis y nueve años padece sobrepeso, y un 17,3 %, obesidad
Fuente: Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan)
Otro acierto para estos días de calor son las infusiones frías y los zumos de fruta naturales. Son refrescantes, sabrosos y aportan muchos de los nutrientes de la fruta (con la excepción de la fibra). Por eso, conviene que nunca sustituyan a las piezas de fruta entera, aunque sí son una alternativa saludable al consumo de bebidas refrescantes, por lo general más calóricas y menos nutritivas. Lo mismo ocurre con las ensaladas, las reinas indiscutibles de las mesas estivales: de pasta o de arroz, con mayonesa o templadas, con frutos secos o salazones, con frutas de temporada como el melón o el melocotón… un plato para todos los gustos y repleto de posibilidades creativas, que van desde la presentación hasta los ingredientes.
Alimentos veraniegos… y asequibles
La buena noticia es que, en estos meses, hay muchísimos alimentos de temporada frescos y sanos con los que preparar estas recetas y llenar la despensa, y a un precio asequible. EROSKI, por ejemplo, sigue en verano con su cesta que enamora, una cesta de la compra completa y variada a precios competitivos con productos muy veraniegos, en los que no faltan la fruta (melón, sandía, melocotón, entre otras), los tomates para elaborar sopas frías como el gazpacho y por supuesto, los helados. Una cesta para comer de forma SAL: saludable, asequible y ligera. Esta propuesta también incorpora artículos de uso más atemporal, al mejor precio, perfectos para tener siempre a mano en la despensa –como el arroz y las conservas de atún en aceite, tan presente en las ensaladas–, o en el congelador. En total, más de mil productos, la mayoría de consumo frecuente, incluidos lácteos, pastas, frutos secos o pescado. Una opción muy interesante para ahorrar y mantener una dieta equilibrada en los meses más calurosos del año.
Basta con prestar atención a los pequeños detalles y aprovechar las múltiples facilidades de ahorro que ofrecen algunos establecimientos. En definitiva, diferentes iniciativas que persiguen un mismo fin: favorecer el ahorro de las familias.